HiperNeolítico

Aquellos que no creen que esta revolución en curso, la revolución de la información, se encuentra al borde mismo de redibujar el modo en que el mundo funciona, esos ingenuos que no alcanzan a ver que, no importa que un ser humano siga teniendo dos brazos y dos piernas, se convertiría un ser totalmente diferente si sufriera un cambio radical en la estructura de su sistema nervioso... Esos ciegos no son solo incapaces de imaginar, si no que rechazan tocar lo que está floreciendo entre todos nosotros.
El hecho evidente de que la información está, de un modo sutil, convirtiéndose en el núcleo de la economía resulta innegable en cuanto se echa un vistazo a las compañías que se han disparado en los últimos diez años. Muchas de ellas no son si más que comerciantes de información, librando una batalla por dominar la producción, a los consumidores y los canales que los conectan. Sin embargo, la información es una mercancía de una nueva naturaleza, sin precedente en anteriores paradigmas, desafiante como ninguna otra. Si uno da, por ejemplo, madera a otro, el primero deja de tener la madera; cuando uno da información a otro, entonces ambos tienen la información. Esta evidente observación, revela la naturaleza de nuestro nuevo becerro de oro: abundancia y difusión.
Las singularidades a través de la Historia de la Humanidad son siempre desencadenadas por la derrota de algún tipo de escasez. Los animales no son siempre fáciles de cazar, no siempre suficientes para todos, por lo que las gentes abordaron el arte de la agricultura para liberarse de lo incierto de las presas y los animales salvajes. Así ocurrió el Neolítico. Más aún, no solo dejaron atrás el hambre. Construyeron mayores comunidades que nunca antes, y trajeron al mundo la escritura, y las matemáticas, y palacios y artilugios y atraparon los bailes de los héroes del cielo de la noche en sus manos. No es todo eso por romper una vieja escasez?
Lo mismo ocurre hoy, a penas abriendo los ojos al HiperNeolítico. La información no es comida, por supuesto. Es mucho más. La información es el medio para organizar todo el poder dormido en una preciosa danza harmoniosa, la información insufla vida en nuestras inertes máquinas, la información son los cimientos del conocimiento aún por venir, es el saber cómo, el saber cómo mejor. Es la mujer que desvela los secretos y, ¿cuán peligrosa puede ser en un mundo construido sobre mentiras? La organización y las máquinas autónomas, el conocimiento y el acceso a la verdad se están convirtiendo ahora en viejas escaseces, y muy rápido.
Lo que es más, la abundancia de nuestro naciente HiperNeolítico no es el fin en sí mismo, si no la causa para rediseñar la misma estructura de la especie. Por ser la información inmaterial, la conexión entre individuos no está ya restringida al entorno local, si no que se entrelazan a corta y a larga distancia directamente. No tener que alcanzar un nivel superior para interactuar con otro significa que no hay pirámide. Así, un sistema densamente conectado colapsa la topología jerárquica que el ser humano siempre ha rechazado, para dibujar en su lugar una red consistente. Lo que hace a un cerebro ser tal, no es las neuronas que no componen, si no la densidad de sus conexiones. Eso es un cerebro hecho de cerebros, el hipercerebro, para el HiperNeolítico. Desde ahora, los límites de esta abundancia y dispersión resultan simplemente inalcanzables. Pero lo que es cierto, lo que es realmente seguro, es que en estos estrechos corredores que la humanidad camina están a punto de romperse las paredes que encajonan el camino. Tal como el rastro de cenizas de lo que por tanto tiempo existió solo como ilusión de lo más temeroso y ciego en cada uno de nosotros.

Fragmento de "Man with a movie camera". Música de "Cinematic Orchestra". 

Traducido de Hyperneolithic 

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