Éste es el tipo de conversación que tiene la gente mientras su gobierno se derrumba

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- “Vaya marrón, eh?
- (Inaudible)
- Lo de los sobres.
- (Inaudible)
- Fú, ya te digo...
- (Inaudible)
- Que no eran solo trajes.
- (Inaudible)
- ¿Mi primo? vete olvidándote: me preguntó que si tu bigote era de pega. ¿Sabes, por cierto, que también mi primo se había enterado de lo de la pantalla? Que ahora el presi te pone el mute por el Skype!!!
- (Inaudible)
- Vaya tela...
- Risas.”


Éste es el tipo de conversación que tiene la gente mientras su gobierno se derrumba. Muchos pensarán que un derrumbe es demasiado, que es una fuerte sacudida, que podrán encajar el golpe, y otras tantas minoraciones que supongan esquivar el encontronazo con un cambio muy sustancial en la distribución de poderes del país, es decir, quiénes gobiernan a quiénes, y en qué medida. Pero yo creo convencidamente que el gobierno de España, y el Partido Popular, como organización que controla dicho gobierno, colapsará en no más de tres meses, antes de acabar abril. Un derrumbe consistente en, como en cualquier sistema centralizado, la eliminación del núcleo, de las cabezas visibles en el partido y en el gobierno en primer lugar, pero también del núcleo opaco que, teniendo dominio de la organización, no forma parte de la vida pública. Si imaginas a ministros y exministros reclamados por un juez, un jefe de gobierno pidiendo disculpas y prometiendo como si fuera un simple jefe de estado: “lo siento mucho, no lo volveré a hacer”, o militares de alto rango, pero en activo, no como los retirados que hablan en nombre de nadie como cuando fui yo al Diario de Patricia a contar mi vida, en un tono que no le permitirías a un desconocido por la calle; si imaginas eso, ten por seguro que en tres meses te sorprenderá lo ingenuo que fuiste.

Soy consciente. Cuanto más confiadamente se expresa una idea, más fuertemente se desea contradecirla. Pero, aquí tengo mis porqués, que son menos inútiles que mis qués.
Si digo que para mí todo esto empezó un lunes por la mañana en el aeropuerto de Barajas, pues volaba a Londres por motivos de trabajo, muchos me imaginarían con maletín y corbata organizando unos informes en mi jaiPaz. Aunque resulta que entraba esa misma tarde a reponer pescado en un fastfood. Lo importante es que miré gratis las portadas de algunos periódicos, que es lo que vale, y me ahorré de paso la publicidad del interior. Y ahí ponía cosas de un partido que gobierna con mayoría absoluta un país con la economía rota mientras destruye intensamente bienestar y la esperanza de mejora, que se dio en llamar Partido Popular. Y que parecía ser que un caso de supuesta corrupción en el partido y aledaños hace ya cuatro años, investigado por un juez al que se le inhabilitó por ello, Baltasar Garzón, volvía a centrar la atención. Ahora, afirmaba el periódico, repentinamente las evidencias apuntaban a la zona más poderosa del partido y del gobierno actual y anteriores.
Ese hecho, lo observé como el punto de no retorno hacia un cambio muy importante.


Los neumáticos en la Fórmula 1 (Formula 1 Administraision Limited. ©2013), después de veinticinco vueltas sin deterioro apreciable, crían ampollas que hacen pedazos las gomas en menos de tres. Después de un año entero de perplejidad ante cómo puede sostenerse a pesar de ser sobre quien pesa la responsabilidad de toda la desesperación y de devaluar su palabra faltando a todas sus palabras, aparece en el dedo gordo una ampolla bien gorda. En dos semanas el Presidente del Gobierno sale ante la prensa en 2-D terminando con un mensaje en la pantalla de “reproducir otra vez el vídeo” para jurar que él no ha sido comprado. 
 

Cuando se pretende responder a la pregunta de por qué todo esto está sucediendo, las primeras respuestas siempre dibujan algo parecido a una conspiración. Pero lo cierto es que, con gasolina suficiente, el incendio es inevitable. Cuando los cambios se apelotonan como si llegaran tarde, cuando los acontecimientos se precipitan y se suceden en magnitud creciente los unos sobre los otros, las interrelaciones se manifiestan clara y maquiavélicamente como si todos los Danes Brownes se hubieran juntado para escribir la nueva novela de la década: una trama intrincada e increíble; oscura, por recién descubierta. El colapso del segundo pie del bipartidismo es este incendio. Pero la gasolina lleva ya tiempo desparramándose discretamente, y es incluso más poderosa que Espe y Pedro Jota juntos. El 15 de mayo de 2011 se inició otra transición, con minúscula, de todo este proceso, entendida como la inesperada sincronización de muchas desesperaciones, cabreadas pero más constructivas de lo esperable. El “15M y los indignados” es solo un confinamiento, necesario para entendernos al hablar y para atacarlo sus amenazados. Lo significativo es el rechazo de lo que se vende condescendientemente como bueno para todos, por creer que es mentira, que es estafa. Los cambios solo se abordan por negación de lo anterior. Paralela, o subyacentemente, está el tupirse más y más de la red, achatando la pirámide, en la que asciende menos cada vez la información para salvar la distancia menguante entre emisor y receptor, productor y consumidor. Las mentiras ya no caben con tanto descaro, los espacios designados a ellas se arrinconan, aún vastos. La peña quiere sangre, quiere leña! La masa se siente decepcionada, tangada, puteada. Y con razón. Los periódicos no se venden y los de siempre no se van. Tiran a la plaza pública Urdangarines, Pantojos y Poceros como los cacos a los perros les echan un chuletón para entretener, porque están entrando en casa por la puerta de atrás y a deshora. Y si no es suficiente, se linchará públicamente al Presidente del Gobierno. Ah, espera, que eso ya se ha hecho...


Las conspiraciones se abrazan porque restringen a pequeños espacios lejanos las causas y las responsabilidades, pero todo ello está más cerca y esparcido de lo que se quiere aceptar. Si tú no quieres un gobierno, y el de al lado tampoco, y así por todos sitios, ese gobierno simplemente se va. No importa que haya veredicto de juez, ni foto de Rajoy cogiendo el sobre de la mano de Bárcenas: la masa quiere creer que es cierto y esa será la imparable verdad. La masa querrá verlo fuera y muchos serán arrastrados con él. Merkel dejará de verlo útil, los de los sobres entenderán que es momento de buscar otra gente a la que ofrecerlos, los aspirantes a diputado entenderán que han de volver al infojobs de la política.
Los sistemas complejos, los conjuntos de muchos agentes relacionados unos con otros, evolucionan intercalando estados de equilibrio prolongados con regímenes transitorios bruscos. Las glaciaciones duran decenas de miles de años, pero el periodo de transición del clima normal al glacial es tan solo de decenas de años, a pesar de que las causas profundas de la glaciación son muy progresivas. En medio no hay equilibrio y el salto solo puede ser rápido. Lo de que todo ocurrirá en tres meses era solo un recurso biblico-literario para impresionar al principio, pero lo que creo firmemente es que será rápido.
¿Cómo será el nuevo equilibrio? Difícil de preveer, par mi. Pero el derrumbe del bipartidismo... uf. Es gordo. La mitad conservadora del dúo, por su inercia intrínseca, era de esperar que cayera la segunda. Quizá alumbre una subcontrata ultraconservadora y otra más mediocre aún, pero en política 1+1 < 2. Por otro lado, fundar oficialmente el PPSOE, como coalición... tendría poco tirón. Por encima de toda elucubración, una cosa es cierta: alguien ofrecerá algo. Cuando se ven muy acorralados suelen ofrecer miedo+protección, otros se decantan por cambios audaces, callejones sin salidas, descampados sin señalizar... Muchas cosas habrá en el menú pronto. Veremos cuánto hemos aprendido, con qué nos conformamos, qué capricho se nos antojará, cuán agudos podemos llegar a ser.


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