Waking Life

Si alguna vez has soñado, por relevante e intenso que pudiera parecer, siempre resultará un alivio o una decepción despertar y comprender que ya terminó, que en realidad nunca fue verdad. Sin embargo, ¿has soñado alguna vez que lees en un blog que alguien comenta algo sobre una película de animación titulada Waking Life y a continuación cuestiona si quien lo lee está realmente haciéndolo o simplemente soñando que lee ese cuestionamiento inquietante, casi incómodo? ¿Te ha ocurrido recientemente? Si fuera este el caso podrías, incluso, despertar ahora mismo. Pero seguramente esto resulte demasiado real como para ser un sueño, como para no ser verdad: se puede tocar la pantalla, se puede respirar aire real, se puede echar un vistazo alrededor y ver cosas, cosas reales... Y por real que pueda parecer la realidad, si te sientes capaz de desafiar esta certeza tan aplastante de estar despierto, seguro que al ver el film Waking Life topas de bruces con situaciones desconcertantes, con personajes absolutamente reveladores que atentan contra los principios más sólidos de lo estúpidamente obvio o que dejan brotar de su boca frases, ideas y sensaciones que hasta entonces creíste originalmente tuyas. Una experiencia audazmente concebida, sobre una audaz idea que pertenece desde siempre a lo más ambicioso de la humanidad: la idea de que despertar es posible, de que la experiencia de existir constituye, a penas, la superficie que bordea un espacio enormemente más amplio y delicioso. Para todos los que sienten tal ambición palpitar en su pecho, o para los que aún no, un encuentro con este largometraje puede brindar una explosión de curiosidad y un puñao de verdades como puños que no consiguen dejar indiferente. Y para quien no la sienta, puede disfrutar ampliamente de lo sinuoso de su transcurrir, del bailar cadencioso de sus imágenes a ritmo de tango y de lo sorprendente de sus pequeños y grandes desenlaces. Para finalizar, puedo señalar que me gusta mucho esta película.

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