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Si es verdad como dicen los sabios

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Voy atravesando la jungla de la nada, apartando a uno y otro lado malezas y flores incomprensibles. Voy atravesando estos valles, aguantando la respiración en este aire impuro de fragancias y susurros, sabiendo en el fondo de mi corazón que allá arriba las cumbres me esperan con un sabio silencio. Espero el paso del día, el término del atardecer, como un niño extendiendo los brazos hacia su madre para recostarse en el infinito regazo de la noche, en la que siempre al caer nazco a la luz no reflejada de cada estrella en su cantar sincero. Esa luz que me muestra los rostros auténticos y desnudos de los astros de mi cielo, lejos de las luces y sombras ajenas a ellos que son todas nada más que proyecciones de la mía. Estos ojos cansados de ver solo lo que pienso, como lo pienso y solo si lo pienso, me muestran mi rostro repetido allá donde miran. Pero mi alma sopla sobre estas cenizas para limpiar los objetos circundantes de mi polvo. Ay mis limpias y auténticas estrellas! Cuánto río en vu

Sol de mi corazón

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Brilla sobre mi piel e inunda mis ojos. Así puedo ver cómo creas y alimentas la vida a mi alrededor. Sol de mi corazón, enciende mi amor y juntos hagamos que corra sin freno la sangre por mis venas para que tu fuerza mueva el mundo a través de mis manos. Quién soy yo si no el agente de tu calor que convierte el pasado en futuro, que observa girar la rueda de la vida. Quién soy yo si no quien acaricia tus rayos en mis dedos y desde ellos proyecto las sombras que dibujan mis deseos. Quién soy yo si no el testigo de tu vibrar, admirando como despiertas el día y mi corazón de su sueño. En las frías noches no te olvido, ni pierdo mi fe en que volveré a tus brazos, sol de mi alma. Fácil es caer en la oscuridad y perderse en el vacío, si los sueños no son limpios. Los caminos se desdibujan para las almas ciegas, pero la fosforescencia de un amor sin descanso guía los pies de los que tampoco en las noches dudan, las manos de los artesanos de lo que no se puede tocar ni comprar, la voz de en qu

El Tao de ser padre

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Del mismo modo que el Tao que se puede explicar no es el verdadero Tao, lo que se puede contar de ser padre no es la verdad de ser padre. Pero se parece a todas esos trenes en los que se monta para ya nunca bajar. No hay vuelta atrás, no hay paradas, volante ni freno ni noches en las que se detenga el viaje. Frente a su apariencia inocente y a las historias que se narran a los no iniciados como cuentos para niños, aun no siendo una aventura glamurosa, quizá sea la aventura de mi vida. Como canta la canción, "you reached the secret too soon", en esa letra de Pink Floyd que pide brillar en tu diamante loco. No hay iniciación sin asomo a la locura, y qué mejor puerta a la locura que la que no tiene vuelta atrás una vez se traspasa. Por eso yo antes no entendía nada, y creí que nunca haría lo que me prometí no repetir jamás porque vi en ello el triste hilo conductor de las grandes novelas que repiten los patrones inevitables del hombre. Y mi propia infancia no era una excepción.

Poco antes de Alejandra

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No sabía cuánto había permanecido en aquel mar. Mi lugar no era aquel, sin duda. El agua plana, circular a través de un horizonte perfecto resultaba, por ilimitada, más parecida a una cárcel para mí. Así es para personas como yo, que pertenecemos a las montañas, a los ríos tortuosos y a los bosques de robles silenciosos y arces de colores innumerables donde los rincones, las cumbres y las formas revelan su mapa a los que llevan en sus zapatos el polvo de esos caminos. El tiempo lleva un ritmo extraño desde entonces, pero no se empolva la visión y la certeza de aquel instante en el que, como testigo del comienzo del universo, me encontré frente a mi destino en los ojos de la mujer que amo. Resulta desconcertante navegar por un lugar así, en el que los límites se vencen justo en el momento de nacer y, por perfecto, es inmóvil, y el fondo quizás no exista. En especial para las gentes como yo, que solo comprendemos la vida como lucha contra los límites, y la fuerza tiene sentido porque hay

La materialización del riesgo

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Ahora que nuestro mundo parece estar desafiado desde todos los frentes comienzan a escucharse desde múltiples ángulos voces que, disfrazadas de nuevas, suenan a estrofas repetidas. Y, ¿qué está en juego realmente? Hay, en primer lugar, una realidad desagradable desde un punto de vista organizativo: el coste de no contener la respiración, como sociedad, como estados, como economía se ha comprobado inasumible. En regiones de España como Madrid o Castilla y León, las muertes de las ultimas semanas de Marzo han sido casi el doble comparadas con las totales promedio de los años previos. El mundo en que vivimos en las ultimas décadas es ese en el que los aparatos llegan de China a precios ridículos, en el que los cereales del desayuno vienen de Brasil y las naranjas de Sudáfrica, porque no son tan dulces, pero son más baratas. Ese mundo al que, más que hiperconectado, podríamos referirnos como hiperdeslocalizado está plagado de ineficiencias y de riesgos latentes que comienzan a aflorar. L

Viajeros del futuro

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Viven más adelante en la curva, asomados al vértigo de un poco más tarde. Miro sus rostros, escucho sus voces, intento descifrar sus manos pero no atravieso el enigma que encierran, simplemente porque aún no ha llegado mi momento. Es la potencia del exponente, que no entiende de las rectas en que nosotros trazamos nuestro dinero, nuestros metros cuadrados y los cilindros de nuestros motores; es la fuerza del exponente que todo lo engulle. No por casualidad se escriben tan arriba. Así, cuando vienen de vuelta, al descender la curva que les trae desde el abismo a nuestra superficie, sienten que hablan una lengua que otros no comprenden, que sueñan que quieren gritar y la voz no les brota de su garganta, sienten que hasta con su silencio deben proteger a los que aún no han estado allí. Son viajeros del futuro. Y yo miro por mi ventana, hacia ningún lugar, solo para viajar allí. Así viajo desde mi celda, con el pensamiento, que no es igual que llevar los pies por los caminos, si no más bie

Poco antes de Helena

Había transcurrido tanto tiempo que a menudo dudaba si se habría ido para no volver. Sin embargo, estaba dormida. Tan pronto como posé mi mano sobre su frente la reconocí sin lugar a dudas como a un amigo de la infancia. A veces es suficiente nada más que un soplo de ternura de esos sabios sobre cuyos corazones los siglos no amontonan polvo para llenar de aire nuevo las estancias de la casa. Y como estaba tan dulcemente dormida no quería yo despertarla, solo recordar los arrolladores latidos que nadie salvo ella puede desplegar como si el mundo entero se fuese a resquebrajar. Así es ella, así es la fuerza que ansía atrapar la vida entre las manos, ese deseo que yo he abrazado tan a dentro en mi pecho, que conozco tan bien a pesar de no saber a ciencia cierta si quiera su nombre. Durante años corrimos por las avenidas y reímos en las madrugadas, nos burlamos del destino y perseguimos secretos que quizá nunca hubieron nacido. Identificamos espadas como labios y nos prometimos la destrucc