Desayuno cantábrico
Desayuno frente a ti,
Mar Cantábrico;
tú no me ves, ni yo
alcanzo tus espumas;
pero sin duda te respiro
igual que tú notas en tus
alas
el dulce crepitar de mi
alma.
Desayuno frente a ti,
sincero Mar Cantábrico,
mientras viertes tu brisa,
florida de mañanas
tardías,
por las estancias de este
bendecido hogar.
Y, desayunando frente a
ti,
dulce Mar Cantábrico de mi
corazón,
me entrego a tus verdes
colinas suaves,
me empapo de la luz velada
de tu aire.
Porque tú, mi querido Mar
Cantábrico,
sabiéndome hijo de las
duras montañas
y los chopos de los
campos,
me tomas en tus infinitos
brazos
como a una ola más.
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